Por estas fechas, hace cinco años, conocí a un cómico marchenero del que tuve la impresión que no sería un compañero más. Empezó en Garufa (donde han empezado grandes cosas y terminado también) una noche de jueves, quizá compartíamos escenario o no, pero lo que sí compartimos fueron ideas, copas y algún que otro apretón de manos. Sabido era que aquello era el comienzo de una gran amistad en la que ha habido de todo, abrazos, copas, llantos, penas, más copas, alegrías, copas, más copas y risas, sobre todo eso, risas.
Pasaba el tiempo y nuestros teléfonos pasaban a formar parte de la lista de llamadas frecuentes, casi diarias diría yo, en la que el objetivo no era más que acrecentar una amistad que era más que patente, era real. Noches de halloween y polvos de talco, dormir en el coche en la playa (que tengo calor...pues abre la ventana), sonidos guturales similares a gremlins, novias..., frío en la sierra, grabaciones de TV, castings, muchos kilómetros camino de todos sitios, un sinfín de historias que algún día serán para goce y disfrute de los presentes mientras estemos así, siendo lo que somos, ANAN, que pasó de ser una idea a una locura sobre el escenario y algún que otro plató de TV.
Muchas cosas que no podré olvidar, entre ellas aquella noche que me grabaste y nada más terminar viniste a traerme mi primera aparación en Paramount Comedy. Ahora te toca a ti, en lo que sabes, y estoy esperando ansioso a que llegue el momento de poder decir "Ese es Antonio Ocaña, mi mejor amigo".
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