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domingo, 30 de marzo de 2008

CRÓNICA REAL BETIS - F.C. BARCELONA (CÓMICA)


Visqui el Betis la millor afició y el millor equip del món


O lo que es lo mismo, “Viva el betis, la mejor afición y el mejor equipo del mundo” en catalá, que me lo aprendí para gritarselo a unos que había cerquita de mí. Cada partido que pasa me voy dando cuenta que es más difícil hacer crónica de un partido de fútbol. El partido del sábado no sería fácil de definir para alguien que no conozca el cine de ciencia ficción, porque esa es la impresión que me dio desde la grada de nuestro estadio. Gracias. El partido empezó como a lo que nos tiene acostumbrado nuestro Betis, carajas al principio del partido y los defensas del Barça jugando a las cartas con Valdés, que no sé si le toca algo a ese gran recolector de café, que siguen pasando los años y ese pobre Juan Valdés no tiene vida, solo recoge café desde hace más de 30 años “cada mañana, Juan Valdés recoge el mejor grano de café, el auténtico café de Colombia”. Cuando ya nos habían colado los dos goles, todos los béticos estábamos deseando que llegara el descanso para reponer fuerzas, ya que los partidos a las 8 de la tarde hacen que en menos de una hora empiece a picar el estómago pidiendo una tapita de lomo con tomate. Ahora sí, puedo decir en primicia, algo que nadie sabe, que todos los béticos están deseando saber… Yo sé lo que hizo Chaparro en el vestuario. Todos nosotros hemos sido pequeños y nos han zurrado en el colegio, cuando llegábamos a casa lo normal es que nos dijeran “Si te han pegado, te defiendes y si aún así no puedes ya irás con tu hermano mayor” y en algunos casos también caía la torta de papa por meternos en peleas. Pues eso es lo que hizo Chaparro, sacudió a todos sus jugadores y les obligó a morir matando. Pero cuan enorme fue la sorpresa cuando apareció el hermano mayor, el que nos lleva de la mano a todos, el que si nos lo llevamos de barbacoa es capaz de decir con el oído que los filetes están en su justo punto. El príncipe, apodo que no me gusta porque se me asemeja a alguien que está todo el día tocándose los huevos y no es el caso. No hay mejor apodo que su propio nombre, que dentro de poco estará en las enciclopedias verdiblancas como uno de los cinco jugadores más importantes de la historia. Es de los pocos jugadores que ha hecho temblar la grada, grada por la que temí en la explosión de alegría que supuso el tercer gol. Pocos equipos pueden presumir que para ganar al Barça se permiten fallar un penalti, un mano a mano con el portero, que otro par de penaltis pasaran por alto para el árbitro, que un central controle un balón con el pecho y sin dejarla oler el suelo la clave en el palo opuesto…nada, solo se lo puede permitir un grande. Soy bético, casi desde antes de nacer, pero nunca lo extendí a más del pitido final del árbitro, ya fuera victoria justa o derrota injusta. Nunca. Pero el sábado fue diferente, se me saltaron las lágrimas al ver a Elena Muñoz exultante de alegría corroborando la premonición de Alberto Martín y Romo Soriano, de que si el Betis ganaba 3-2 remontando un 0-2 adverso, a Miss Muñoz le daba algo. Puedo reconocer y reconozco que gracias a partidos así, el beticismo es más grande aún si cabe y yo, gracias a todo esto, soy más bético aún, si cabe también. Lo dicho, el Barça se fue de Sevilla avergonzado, calentito, con tres goles y sin puntitos. Tendrá que dormir estos días tomando relajantes, porque cada vez que cierren los ojos, solo verán a Edu clavarle goles a pares y unas voces incansables a gritos de “Betis…Betis”… dicho queda.

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