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jueves, 14 de febrero de 2008

SAN VALENTÍN


San Valentín, el hermano pequeño de San Valentón, que eran dos hermanos que vivían en un pequeño pueblecito de Italia que se llamaba…Valentonini, Valentón se terminó convirtiendo en el santo de los osados y atrevidos y san valentín el de los enamorados fijos discontinuos. San Valentín no deja de ser un día más que ni siquiera está marcado en rojo y todos los “enamorados” ese día deben usar prendas de ese color para ser afortunados pero no se puede echar ni quinielas ni loterías ni nada relacionado con juegos de azar, porque de todos es bien sabido el dicho de “Afortunado en el amor, no te llevas ni la pedrea”. Yo me considero afortunado en el amor y en la suerte, porque tuve suerte de encontrar a alguien que no volviera la cara al escuchar un chiste barato o una de mis pamplinas diarias, que no son pocas. El día de san valentín o “Día de El Corte Inglés” como ya se le llama en el argot callejero, no es más que un día en el que las floristerías se quedan con los tiestos vacíos y venden hasta las flores de plástico y durante la semana siguiente, para hacer caja, tienen que hacer desayunos y vender refrescos y cervezas. Las flores, esos oscuros objetos de deseo que duran menos que un chicle en la boca de mcgyver, pero a ellas le gustan las flores y las joyas, nada de bisutería que eso tiene reacción alérgica para la piel. Nosotros somos más simples en el sentido de que con decir el “no te preocupes, no me regales nada” estamos libres de pecado pero, que cara se nos queda cuando ella recibe sus flores y solo te dice “Anda, esta vez no son de plástico, las voy a poner en agua”. ¿A alguien le han durado las flores más de la triste semana de rigor?. Tienen temporizador, cuenta atrás hacia el nirvana, día tras día vas viendo como tus 30 euros, con suerte, se van desvaneciendo hasta convertirse en un gurruño de papel con yerbajos y pétalos mustios.
Aún recuerdo mis años de colegial en el que ansiosamente esperábamos esas cartas metidas en sobres minúsculos con olor a fresa o melocotón que nuestras amigas nos mandaban con la única y comprensible condición de ser compensadas de modo recíproco. Los días previos eran intensos, había que hacer campaña para poder ganarte el máximo número de admiradoras, o amigas en su defecto, para poder tener una bandeja con la mayor cantidad de cartas posibles. Pero llegaba ese fatídico día…, nervios, ansiedad. Llegaba el delegado con la caja de cartón y empezaba a sacar las cartas que anteriormente habían sido depositadas en una caja de cartón, de un frigorífico a ser posible, y que un alarde de originalidad había sido tapizado con papel celofán rojo que nunca llegaba entero al día en cuestión. Empezaba el reparto “Mariluz”, una chica normalita de la clase era la primera afortunada en recibir la primera de las alrededor 50 cartas que había en la caja y la primera en recibir el primer “uuuuuuuuuuuhhhhh, ¿quién será?” de la clase. Pero eso no era más que una alucinación. Ana, la “tiabuena” de la clase, empezaba a recibir cartas a porrillo y todos los niños, salidos por aquella época, miraban de reojillo para ver cuando recibía la suya. A lo mejor en la clase también estaba Santi, que era el niño calladito pero más mono de la clase, al que le llegaban también un número considerado de cartas, pero ni por asomo a la cantidad percibida por Ana. Sorpresas había, porque hasta yo recibía cartas con poemas tan profundos e intensos como este:

El amor no te puedo dar
Porque de este mundo antes me iré
Pero si te brindo mi amistad
Porque nunca te olvidaré

“Vaaaaaya….” Todos podemos imaginar la expresión que se nos dibujaba en la cara al ver y, posteriormente, comprobar que ese mismo texto había sido escrito por la misma chica, solía ser Ana, a todos sus amigos y amigas con el mismo objetivo, recibir la mayoría de cartas y ser la envidia de la clase durante un día, ya que el resto no podía serlo porque solo era subdelegada, pero ella repetía una y otra vez que la delegada tenía gafas y nunca había besado a un niño. Nosotros terminábamos… pues como terminábamos todos los días, sin pretendientes y deseando que llegara el jueves para ver a Ana con su chándal azul que tanto remarcaba su retaguardia, años después lo haría de su vanguardia, cosa que nosotros, en la mayoría de los casos, seguimos marcando igual que en la edad de oro, la adolescencia. No nos quedaba otra que seguir compartiendo juegos de mega drive, seguir cambiando cromos y explotándonos granos de la nariz. Menos mal que yo ya cambié, cambié la mega drive por la ps2, los cromos por cervezas y los granos de la nariz, por granos en la espalda.

PINCHA EN LA IMAGEN Y VERÁS UN CAPÍTULO DEL CHAVO DEL OCHO TITULADO "SAN VALENTÍN". SIN DESPERDICIO

1 comentarios:

Debora pol dijo...

los que hacen buenos negocios con San valentin son los los Corte ingles, los de las floristerias...

¿por que si quieres a una persona solo se demuestra un dia al año? vamos no me jodas ¬¬

-churrri no te he hecho ni pajotero caso me he enrroyado con tu prima pero....eeeeh es san valentin.
menuda falsedad -_- a ru pajera se la quiere siempre y no solo un dia al año.

esta es la opinion de una joven muchacha sin apenas expericia en temas amorosos.

un besazo :D